Los textos persuasivos son aquellos que llaman tu atención, te atrapan en el mensaje y te seducen sin apenas percatarte de ello. La publicidad emplea este tipo de lenguaje más o menos sutilmente, pero también puedes encontrar un lenguaje persuasivo en aquellas webs y blogs que se dirigen directamente al lector, jugando con las palabras como si fueran malabares y encontrando siempre las más adecuadas para cada contexto.

Escribir un texto persuasivo no es tarea fácil. Es todo un arte que permite que influencia e interés vayan de la mano en una comunicación directa con las emociones. Algo más que escribir y describir. ¿Quieres intentarlo? Aquí tienes diez consejos que pueden serte de utilidad.

Piensa antes de escribir

Antes de sentarte a hacer borradores de texto o ponerte a hacer tormenta de ideas detente un momento y reflexiona. ¿Qué quiero transmitir y a quién quiero hacerlo? ¿Hacia dónde quiero dirigir el interés del lector? ¿Cuál es el objetivo del texto? Una vez que tengas claro el mensaje y tu público objetivo, te será mucho más fácil encontrar la forma de comunicarlo y conectar con la persona que te está leyendo.

Un titular atractivo

¿Qué es lo que provoca sensaciones? ¿Un titular meramente informativo o uno expresivo y evocador? Evidentemente, el segundo. No tengas miedo de utilizar un titular que no termine de concentrar el objetivo final del texto. Lo importante es que genere interés e invite a seguir leyendo. ¿O es que cuando tú intentas convencer a alguien para que haga algo lo haces yendo directamente al grano desde que comienzas a hablar? ¡Imaginación al poder!

El comienzo es importante

Siete segundos. Ese es el tiempo que los expertos estiman que una persona concede a un texto para decidir si continúa leyendo o no. Por eso, un buen comienzo es clave para atrapar la atención del lector. La primera frase tiene que ser impactante y directa. ¿No sabes cómo empezar? Una de las fórmulas más sencillas es hacer una pregunta retórica, dirigiéndote directamente al lector para conseguir captar su atención sin necesidad de que dé una respuesta.

Siempre de tú

Nos han enseñado a utilizar el “usted” como fórmula de respeto, pero si te diriges al lector llamándole de usted no se creará la cercanía necesaria para conectar con él. En cambio, si hablas directamente a la persona que te está leyendo se dará por aludido. Salvo casos excepcionales, como la carta de presentación de un currículum, empleando el “tú” le haces sentir único e importante porque no te estás dirigiendo a un público genérico, sino a él en particular. Es mucho más fácil hacer un texto persuasivo si potencias la individualidad de quien está al otro lado de la pantalla.

Encuentra el punto medio

Un texto persuasivo tiene que hacer sentir al lector, pero nunca puede dejar de lado su función informativa, porque si no comunica el mensaje fundamental que intentas transmitir no sirve de nada para tus intereses. Encontrar las palabras correctas para informar a la vez que provocas sensaciones en la persona que te está leyendo es, probablemente, la misión más difícil a la que te enfrentas cuando intentas hacer un texto persuasivo. No olvides que lo que buscas es incitar a la acción o provocar una reacción, más allá de entretener o distraer.

Menos es más

La fórmula es sencilla: lenguaje simple y frases cortas. Un lenguaje persuasivo no es sinónimo de frases subordinadas, repeticiones innecesarias y adjetivos grandilocuentes. No tienes que utilizar un lenguaje poético, ni superlativos, ni largas y aburridas descripciones que justifiquen aquello que estás diciendo. Si quieres transmitir sensaciones debes concretar solo una idea por párrafo y encontrar las palabras más adecuadas para cada contexto. Tenemos un lenguaje muy rico y hay palabras con un alto poder persuasivo. ¡Utilízalas a tu favor!

Sé original

Haz un contenido original y no copiado. No busques inspiración en otros textos que encuentres navegando por Internet, ni intentes imitar el estilo de un texto persuasivo que te haya gustado especialmente. Confía en tu instinto, tus posibilidades y tu capacidad de comunicar. Ser una copia de lo que hacen los demás solo te restará credibilidad.

Sé honesto

No vendas lo que no es, ni prometas lo que no puedes ofrecer. No inventes y no trates de engañar al lector, por más seductora que te parezca la idea. Los textos persuasivos deben ser transparentes y tienen que respirar honestidad para que la persona que los está leyendo no se sienta estafada. No subestimes a tus posibles clientes. Tu credibilidad está en juego.

Revisa y corrige

La primera versión del texto casi nunca es la más adecuada. No la des por definitiva sin antes haberla repasado y corregido. La revisión debe hacerse dejando reposar el texto el tiempo suficiente como para volver a leerlo desde un punto de vista diferente. En mi caso, y si tengo ocasión, siempre dejo al menos una noche de descanso entre la realización de un texto y su repaso. También es recomendable imprimir el texto y releerlo, porque la visualización desde la pantalla de ordenador siempre es diferente a lo que puedes ver en el papel. No hay mejor manera de corregir y perfeccionar un texto que lápiz en mano.

Ayuda profesional

Si a pesar de todo no consigues un texto persuasivo que te convenza al cien por cien, siempre puedes contratar a un copywriter que te eche una mano. Hay profesionales con una amplia experiencia capaces de transmitir con palabras la emoción que estás buscando o que pueden ayudarte a mejorar el texto base que has hecho. Confiar en su criterio es garantía de éxito.

 

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